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viernes, 14 de octubre de 2011

Telar de gigante: el trabajo de Basurama y Aymar Copacati en la ciudad de El Alto

 

De qué tamaño sería el o la tejedora de este telar? pensaba de rato en rato frente al telar. La illawa del telar es igual al largo de mis piernas, un metro más o menos. Algún rato le decía al Aymar, midiendo con la imagen del Álvaro que se encontraba al otro lado del telar, que serían como tres y medio Álvaros. Es decir, el o la gigante mediría como unos 6 metros o incluso más!!!

En el Faro Murillo por Villa Dolores de la ciudad del Alto, se acaba de armar un telar de gigante y se trabaja en la construcción de una enorme ch’iwiña de esténciles de luz y tejido con reciclado de banner y bolsas plásticas. Frente a la cordillera y el Illimani. Una belleza!!! El proyecto se lleva a cabo por un colectivo llamado Basurama, que viaja por distintos países armando proyectos comunitarios, ecológicos, urbanos, artísticos. En el proyecto además participa el constructor de la idea del telar gigante, Aymar Copacati: artista aymara y estadounidense, como decía la Silvia muy ch’ixi!

La anterior semana que nos enteramos sobre la llegada de Basurama y del tejedor reciclador, nos fuimos a buscarlxs. Aunque en chiquitito, lxs colectiverxs también tejemos con bolsas de plástico y ahora justamente estamos tejiendo una cortina para el baño seco del Tambo. Pienso que es un privilegio y fuente de inspiración aprender y participar de la construcción de esta ch’iwiña.
Después de esta semana de tanto tejer en chiquito y gigante, me acuerdo que estos días pensamos en los sueños que tejemos, en los tejidos que soñamos. Ahora pienso que así nos encontramos… para tejer los sueños de unx gigante.
No tenemos control sobre nuestro aliento, de dónde viene y a dónde va. Podemos, sin embargo, optar por tejer los sueños de este gigante en lugar de otros. Podemos optar por rechazar la realidad presupuesta en la que poco importa nuestros desechos, nuestro consumo, nuestro pensamiento, nuestro cuerpo, nuestros sueños y pasiones.

Violeta











lunes, 12 de septiembre de 2011

Tócale lo que le gusta

Luis Gómez


Yo a veces fallo, dice. Es que no siempre me sale… yo gracias a dios yo me enseñé sola a tocar éste, y acaricia brevemente el guitarrón profundo que dormita en su regazo.

¿Quiénes somos perfectos?, pregunta un hombre de bigote amplio.

No, nadie, pero ¿es que por qué me regaña si no me sale? Se amarga, mirando fijamente a su compañero de la guitarra, que tieso y sonriente la observa desahogarse. ¿Por qué no enseñó a tocar a las otras? Si bien que anda de cabrón.

Es que tocan otra cosa… provocan desde la barra.

Yo sé tocar de las dos, revira feroz desde su silla en esta cantinita.

La cháchara general se anima, molestándola. Pidiendo que deje en paz al hombre que la acompaña. Ella no cesa de replicar y brinda con todo el mundo sin dejar de incordiar al otro. Hasta que un par de tragos la animan, y en un do vibrante, viernesino, deja ver que el “caminito de Contreras” sigue vivo aún en la memoria.

Su voz inunda las mesas, las copas y los ojos de un joven, que la mira desplegar los dedos sobre las cuerdas y redondear la muerte de un jinete herido con sus delgados labios coloreados de rosa.

A pedido de continuar, interroga con sus gestos al hombre, que la contrasta con sus silencios, taimado…

Tócale lo que le gusta a tu mujer… y hay carcajadas.

Ella canta y brinda, lanza puyas y agradece los aplausos “porque los siento sinceros”. Pide luego un re menor y da instrucciones al guitarrista, que tropieza en algunas notas, hasta que arrancan, emocionados pidiendo

olvida lo pasado

ya no te acuerdes

de aquel ayer

Menuda, apenas rebasa la altura de su instrumento. Cuando no toca, y no se halla maltratando a su socio, charla sin prisas como cualquiera (no se nota en sus ademanes la embriaguez ni tiembla su pulso). Nadie diría que es la dueña de esa voz tormentosa y potente… lo que sí, es evidente que aprendió sola a tocar guitarrón porque podía y el hombre no.

La noche sigue. En el televisor sobre la barra el box reina a colores. Hombres cansados apuran sus conversaciones y se esfuman de los bancos y de las mesas. Ella reposa sin dejar de sonreír, pidiendo en cada sorbo que “dios los bendiga a todos”. Pero es vieja y pícara, la burla feliz no deja de manar ni un solo instante de su sonrisa…

Ajada pero sin derrota, canta otra vez, mirando al techo, reconcentrada… hasta que la distancia y el tiempo se la llevan a un pasado alegre. El guitarrón, entonces, parece tocado por un autómata… ella, soñadora, ya renace en alguna otra parte.

Abril 1º, 2011, San Ángel.

Para Guadalupe, mi testigo y compañía

Viaje a Floripa

Silvia Rivera Cusicanqui

I


El 4 y 5 de abril asistí a las Jornadas Bolivarianas sobre Imperialismo y Cultura, a invitación de la Universidad Federal de Santa Catarina, en la ciudad/isla de Florianópolis. El profesor Rampinelly me contó que ella había tomado su nombre de un dictador, que aplastó una rebelión en la Isla y masacró a no se cuanta gente. De ahí quizás el hecho curioso de que la gente de la Isla hubiese decidido feminizar su apodo: Floripa, algo entre flor y floripondia. Lxs catarinenses ven invadida su isla por argentinos aburridos y bulliciosos (con honrosas excepciones, como Sonia Alvarez y su tribu), europexs y paulistas en tren de vacaciones y consumo. Todos ellos traen el aturdimiento del modernismo, del desarrollo sin fin y sin finalidad, del sinsentido. Por ello es que algunxs floripenses se abren, como una flor, a sentir los aromas de tierra adentro, de las alturas andinas y de los socavones, de los valles encantados por el maíz, también invadidos ahora por construcciones horribles, de ladrillo. En el fondo, esa apertura es un viaje interior, una incursión en su propia memoria, en la memoria del comunismo de la primera internacional, que luego parió esa flor exótica y tan nuestra: el movimiento antropofágico de Osvald de Andrade. Pero las formas atrevidas e iconoclastas de convocar al respeto, al igualitarismo en la diferencia son sucedáneas de modalidades más clásicas, que muchxs floripenses también conocen. La alta cultura amerindia de su propia tierra y del continente entero.

Todas esas utopías postmarxistas estallaron en un momento de peligro particularmente dramático: el que se vivió entre los años 1930 y la segunda guerra mundial. Revalorizando los movimientos de arquitectura utópica de Valparaíso y Río, releyendo a Osvald de Andrade y a Gamaliel Churata, a Arturo Borda y a Florestán Fernández, a Fieda Khalo y Clarice Lispector nos percatamos que ese período histórico estaba gestando un pachakuti: una profunda revolución intelectual y moral.

Si queremos entender cabalmente la importancia de la cultura, pensemos e imaginemos aquella época, que fue la de mis padres y vuestros abuelos. Luego la investigaremos y conoceremos en profundidad, como una relectura de la historia contemporánea de América Latina. Por de pronto, se me ocurre una hipótesis de trabajo. Que la guerra fría quizás no fuera únicamente hambre de bananas y petróleo, que fue también, y ante todo, una guerra cultural y civilizatoria, que se entrelazó perversamente con guerras mortíferas y devastadoras: para abortar de raíz esa eclosión de libertad y de comunidad que mostraba la punta del iceberg en lo que otros llaman cultura (la literatura, el ensayo sociológico, el cine). Nosotrxs lo imaginamos como un tiempo de multiplicidad y a la vez de polarización, un múltiple estallido de saberes y prácticas alter-nativas, plenas de futuro pero también de pasado.

Desde el otro wing, esa guerra cultural prolongada la libraron – y hasta ahora, la van ganando- poderosas corporaciones como la Cocacola, Walt Disney, y las grandes marcas mundiales de la feria liberal, con su atractiva banalidad de modas y consumos conspicuos y competitivos. Sus lógicas moldearon el cuerpo, encuadraron la mente y domesticaron a una generación entera, que acabó internalizando una modalidad mimética y artificiosa de modernidad. Fue el mestizaje acomplejado, chirle y birlocho, agachado y dos caras, que abría un abismo cada vez más grande entre palabras y acciones, entre discursos y prácticas. Frente a esa posibilidad, en los años 1930-1940 se gestó también, en forma minoritaria, la otra vertiente posible: el mestizaje ch’ixi, que practica la contradicción creativa. Aquella guerra preventiva acabó con sus voces. Solo quedó la realpolitik. El camino trunco y sinuoso de las promesas y discursos de renovación que prometieron –e incumplieron- las izquierdas del continente. Hasta ahora, su tragedia se repite en el modo dualista y aristotélico con el que enfrentan ese abismo civilizatorio, ese choque frontal.


II

Asombrado del desorden postmoderno que ha introducido la planetarización del mundo indígena en los aeropuertos que frecuenta la élite intelectual de América, un ponente guatemalteco que vive en Costa Rica y dirige un prestigioso postgrado sobre Cultura y Desarrollo, durante el diálogo con el público que siguió a su linda conferencia sobre Centroamérica, contó con todo candor lo siguiente. Respondiendo a una pregunta sobre los impactos de la circulación mundial de mano de obra y de intelectualidad indígena por los países del norte, dijo que al encontrarse con una maya transnacional no supo cómo dirigirse a ella: si tratarla de “vos” (término despectivo con el que en Guate se trata a lxs indixs) o ustearla. Ella hablaba en perfecto inglés y seguramente Rafael omitió decir que vestía blujines y que quizás sólo la había reconocido como “otra” por el color de su piel, por sus ojos almendrados y su pelo negrísimo y espeso. Educado en Rumania en una universidad marxista más bien abierta, en la que incluso se leía a Gramci, olvidó que el viejo y duro Marx había dicho en alguna parte que la promesa capitalista –incumplida también- era una sociedad en la que “la igualdad tendría la fuerza de un prejuicio popular”.

Sin embargo, el gesto colonial inconsciente del hermano guatemalteco queda corto frente a lo que dijo un funcionario diplomático designado como cónsul de Bolivia por el gobierno del Evo. Mariléa Leal me contó que, cuando ella y Raimundo Caruso publicaron su hermoso reportaje llamado Bolivia jakaskiwa, el personaje en cuestión les ofreció enviar tres ejemplares del libro, por canales diplomáticos, a todas las personas que ellxs habían entrevistado. En una de las innumerables visitas al consulado que tuvieron que hacer sólo para descubrir que él nunca cumpliría su promesa, el cónsul le dijo a Mariléa que la revolución del Evo consistía en que todxs en Bolivia fueran iguales: que todos pudieran usar, como él, corbatas de seda francesas. El sí parecía haber leído a Marx, pero lo había puesto patas arriba. La cara que puso Mariléa al contarme la anécdota era elocuente e indescriptible. La Bolivia del cónsul resultó ser no sólo chauvinistamente masculina, sino globalizada y colonizada: !a ver corbatas francesas!!

Frente a este panorama, el que personas como Fernando Correa y su compañera Meritxell conocieran algunos de mis escritos, y el que mi conferencia sobre El Mundo al Revés en Floripa fuera tan bien recibida por el público me da alientos para pensar que las ficciones modernistas podrían estar llegando a su ocaso. También me dio esperanzas de que se esté comenzando ya a producir –en nuestro chuyma y en nuestros pensamientos- esa tan cacareada “revolución democrática y cultural”, incumplida por el Estado y encarnada en las insurgencias cotidianas de nuestra gente. Una revuelta, un pachakuti que devuelva al mundo a si propio cauce, antes de que nos acalle otra guerra preventiva. Antes de que nos gane el desencanto que nos causan las promesas incumplidas, las corbatas francesas y la estupefacción de los aeropuertos.

lunes, 29 de agosto de 2011

Memoria y presente de las luchas libertarias en Bolivia


Edición en homenaje al centenario de Petronila Infantes.


Presentación


La presente edición reúne diversos escritos de personas que han estudiado, acompañado y puesto en obra las ideas libertarias en nuestro país, a partir de su inserción concreta en el debate intelectual y la lucha política. Desde fines del siglo XIX las ideas anarquistas circularon por todo el continente, y se injertaron en centros culturales, mutuales y asociaciones obreras, para dotarles de nuevos sentidos y herramientas de comprensión de sus prácticas e inquietudes sociales. Así se puso en marcha un fértil proceso de articulación, yuxtaposición y contradicción entre diversos horizontes de pensamiento y acción, en lo que El Colectivo 2 ha bautizado como un ámbito ch’ixi de constitución de subjetividades y prácticas descolonizadoras.

En este proceso, es notable cómo logran articularse las dimensiones universalistas de la doctrina anarquista, con una ética del trabajo que se nutre de múltiples vertientes populares e indígenas: prácticas comunales de agricultura y crianza, saberes manuales y técnicos de las comunidades gremiales urbanas (carpinteros, floristas, culinarias, sastres, mecánicos), y ante todo, éticas de vida que son para nosotrxs un ejemplo y una fuente de inspiración cotidiana. La autonomía frente a los partidos políticos y el Estado, la distancia desconfiada ante la verborrea de agitadores de escritorio y cultores del saber libresco, se combinaron, en la Federación Obrera Local y en la Federación Obrera Femenina, con una actitud abierta y pluralista. La ávida curiosidad por la literatura, sus prácticas de teatro y otras artes corporales, sus notables ejercicios de escritura ch’ixi y de agitación política callejera, colocan al movimiento libertario paceño en un puente o taypi entre la cultura universal de su época y la memoria y experiencia de trayectorias históricas profundamente locales y arraigadas. Esta explosiva combinación dio lugar a formas de organización, movilización e identidad, que este pequeño libro intenta rastrear, en un trayecto pasado-presente que quiere ser también anticipación y deseo de futuro.

El trabajo de Silvia Rivera sobre un manifiesto difundido en 1929 por el mecánico Luis Cusicanqui, hace notar la complejidad lingüística de sus marcos de pensamiento y sus estilos de interpelación. Escrito en un “momento de peligro”, en las vísperas de la conflagración bélica del Chaco, el documento revela una elaboración indígena de la memoria social comunal y urbana, a través de un mestizaje ch’ixi, liberado de complejos, que caracteriza a este notable activista del grupo “La Antorcha” y de la FOL. El texto “La Voz del Campesino”, escrito por Cusicanqui, forma parte de esta dupla de análisis y documentación, que data de la escritura de Los Artesanos Libertarios y la Ética del Trabajo, publicado por el THOA en 1988, bajo la autoría de Zulema Lehm y Silvia Rivera. Por su parte, Waskar Rodríguez se centra en las mujeres de pollera que dieron vida a la FOF, quienes, como Petronila Infantes (culinaria) y Natividad Veramendi (florista) habrán de darle un sello cultural particular a las luchas sindicales por la ciudadanía. El texto sobre “el anarquismo de las cholas” forma parte del capítulo III de su libro La choledad antiestatal. El anarcosindicalismo en el movimiento obrero boliviano, 1912-1965, publicado el 2010 en la editorial libertaria Anarres de Buenos Aires, que apenas comienza a circular en Bolivia. En este texto, Rodríguez se nutre abundantemente de los trabajos publicados anteriormente por el THOA y TAHIPAMU, a los que complementa con documentación de archivo y una rica veta analítica de su propia cosecha.

La sección dedicada al presente se abre con una emotiva carta, en segunda persona, de Nina Mansilla a Petronila Infantes, que es a la vez un diálogo intergeneracional y una decidida interpelación ética a los llamados “movimientos sociales”, que en la actualidad se debaten entre el faccionalismo y la sumisión a los poderes estatales. Hemos querido resaltar esta mirada femenina, precisamente porque el año 2011 se cumplen 100 años del nacimiento de doña Peta, esa mujer que inspiró con tanta fuerza y amor a las culinarias paceñas y a muchas mujeres de hoy, para mantener viva la llama de su rebeldía e insumisión. La segunda parte se cierra con dos textos breves, escritos hace algún tiempo por Carlos Crespo, activista libertario de Cochabamba, en los que pone de manifiesto las formas antiestatales y comunitarias de la lucha social contemporánea (ejemplificadas por las organizaciones indígenas y la guerra del agua), que pese a los esfuerzos tan sistemáticos de los neodesarrollistas y de los p’ajpakus de la añeja izquierda leninista, no han logrado ser totalmente desmanteladas hasta el presente.

Ahora que se está llevando adelante una nueva marcha indígena desde los llanos hacia el epicentro estatal, en demanda de respeto a sus propias formas de organización y cuidado territorial, creemos que ha llegado el momento propicio para este ejercicio de rememoración histórica. La edición de Piedra Rota que tienes en tus manos, apunta a echar leña al fuego del debate actual por la democracia, la libertad y la autodeterminación indígena y popular; a reconectar el pasado con el presente, y a sustentar una crítica razonada ante la doble moral de nuestros gobernantes, ante la ostensible brecha entre sus discursos y prácticas, y ante los filos autoritarios y neodesarrollistas que ha asumido la llamada “revolución democrática y cultural” de Evo Morales y la intelectualidad llunk’u que lo envuelve y desenvuelve.

El Colectivo 2 - Tembladerani


Indice

Presentación. Por El Colectivo 2

Primera Parte. Memoria

La identidad ch’ixi de un mestizo. En torno a un manifiesto anarquista de 1929.

Silvia Rivera Cusicanqui

La voz del campesino (1929)

Luis Cusicanqui

La Federación Obrera Femenina. El anarquismo de las cholas

Waskar Rodriguez García

Segunda Parte. Presente

Carta a Petronila Infantes

Nina Mansilla Cortés

Autonomía frente al estado en dos procesos históricos: Pacto colonial y guerra del agua.

Carlos Crespo Flores

Estado y autonomía en Bolivia. Una interpretación anarquista

Carlos Crespo Flores


PARA COMPRAR PIEDRAS ROTAS:
http://www.facebook.com/profile.php?id=100001219782284
Álvaro (73518515)
Beatriz (70683073)

sábado, 27 de agosto de 2011

PIEDRAS ROTAS

Acaba de salir una nueva Piedra Rota sobre anarquismo!!

Memoria y presente de las luchas libertarias en Bolivia (2011). Edición en homenaje al centenario de Petronila Infantes, con el siguiente contenido:

Presentación por el Colectivo 2
Primera parte. Memoria
"La identidad ch'ixi de un mestizo. En torno a un manifiesto anarquista de 1929" Silvia Rivera Cusicanqui
"La voz del campesino (1929)" Luis Cusicanqui
"La Federación Obrera Femenina. El anarquismo de las cholas" Waskar Rodriguez García
Segunda Parte. Presente
"Carta a Petronila Infantes" Nina Mansilla Cortéz
"Estado y autonomía en Bolivia. Una interpretación anarquista" Carlos Crespo Flores

PRECIO 20 bs.

Tenemos también a la venta:

¿Tienen historia los objetos? El encuentro de Pasteur y de Whitehead en un baño de ácido láctico. Bruno Latour, con prólogo de Álvaro Pinaya (2010)

PRECIO 10 bs.

La ficción como conocimiento. Subjetividad y texto; de Duchamp a Feyerabend. Adolfo Vásquez Rocca, con prólogo de Álvaro Pinaya (2010)

PRECIO 10 bs.

... Y una edición de Piedra Rota audio/visual sobre fotografía realizada por personas ciegas en Quito:

Y tú ¿qué ves? dirigido por Violeta Montellano

PRECIO 20 bs.

PARA COMPRAR PIEDRAS ROTAS:
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Álvaro (73518515)
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domingo, 14 de agosto de 2011

Dos notas de prensa sobre la techada y el estreno de la cátedra libre por Gilka Wara

W. Céspedes habló sobre los sikus en el Tambo

También evocó a su madre, la actriz Matilde Garvía

La Razón, martes 9 de agosto

Gilka Wara Céspedes ofreció una charla sobre los sikus en el Tambo Colectivo. La coauspiciadora de este proyecto cultural y propietaria del espacio físico del Tambo, inauguró con esta charla el espacio denominado Cátedra libre, aún en construcción, que albergará una de las actividades del grupo El Colectivo 2, y de la fundación cultural promovida por Céspedes. La finalidad de ambos grupos es la de rescatar la memoria cultural y democratizar el conocimiento, innovando los modos de intercambiar iniciativas intelectuales y productivas.

La charla, matizada por un cocapi, culminó con un ameno intercambio de ideas, entre música, baile y un sentido homenaje al espíritu de Matilde Garvía, actriz boliviana, cultora de la poesía aymara, cuyos restos fueron enterrados en este lugar el 5 agosto del año pasado, por iniciativa de su hija, Gilka Wara Céspedes.

http://www.la-razon.com/version.php?ArticleId=135307&EditionId=2616



El Colectivo construye un nuevo centro cultural

Techado. El grupo de reflexión intelectual puso la mano de obra y el domingo techó el Tambo

El domingo 31 se realizó la ceremonia de techado del centro cultural de El Colectivo, cuya construcción se inició en agosto del año pasado en un terreno ubicado en la calle Jaime Zudáñez de la zona Alto Sopocachi.

Con la dirección de un maestro albañil, los integrantes del grupo de reflexión trabajaron durante casi un año en “el Tambo de El Colectivo”, para dar forma a lo que, dentro de poco, será un nuevo centro cultural paceño.

El Colectivo surge a partir de un grupo de estudiantes de Sociología que se juntaron para debatir, charlar y reflexionar sobre distintos temas, y se consolida con la investigación efectuada a propósito de la muestra de arte “Principio Potosí”, que se exhibió en España y Alemania el 2010, y en Bolivia, durante marzo y abril de este año, en el Museo Nacional de Arte. Producto de ello sale la publicación Principio Potosí Reverso, que habla principalmente de volver a territorializar los cuadros utilizados para la muestra, entendiendo la significación de éstos en sus lugares de origen.

Luego, hicieron un documental sobre Matilde Garvía, la actriz pionera del cine nacional, y la hija de ella, Gilca Wara Céspedes, se contacta con el grupo para cederles un terreno a fin de que se construya el centro cultural.

Entonces, se podría decir que el 5 de agosto de 2010 se inicia la nueva etapa de El Colectivo, con un lugar que posibilita no sólo tener un espacio físico de reunión y socialización, sino también integrar el saber y el hacer como un principio, pues “no puede haber contradicción entre la labor manual y la intelectual”, indica Silvia Rivera, integrante del grupo.

Bajo la supervisión del maestro Gabriel, la gente de El Colectivo puso mano de obra para levantar la estructura que el domingo fue techada. “Trabajamos siguiendo los consejos del maestro, y averiguando en internet experiencias de construcción con materiales alternativos”, aclara Rivera.

En el Tambo habrá un café cultural —con cimientos construidos con llantas desechadas—, además del edificio principal, donde se darán diversos talleres. Uno de estos será “Arquitectura sin arquitecto”, dictado por el maestro Gabriel Ramírez.

http://www.la-razon.com/version.php?ArticleId=134826&EditionId=2609


La primera etapa de la techada del Tambo Colectivx 22 de Junio de 2011, La Paz - Bolivia

Viendo cómo hemos empezado, podemos pensar, también, cómo podemos concluir y materializar nuestras aspiraciones, todo tiene que hacerse con amor, con esa amistad que tan compleja es, que mejor si se la entiende como la amistad con mayúsculas.

Podemos parecer distraídos, pero que las apariencias no les engañen, siempre, todos los colectiverxs, están viendo cada detalle de lo que se hace en el Tambo.


Las paredes, los tijerales y los listones, clarito nos decían como proceder para elevar el techado. El mastroy es mucha dosis, a ratos uno se retrae bastante tiempo para entender cosas que nos va indicando, pero ese “tiempo” tiene que ser instantes fugaces, porque lo que necesita el mastroy lo necesita ese rato.



Concluir es parte de un hacer, pero éste no es y ya. Éste tiene que reflejar lo que uno ha aprendido en toda su día y en su vida, nada puede quedarse a la deriva, cada centímetro, cada suspiro tiene que estar acompañado de la paciencia y el buen humor.




Todo parece no cambiar, pero ahí esta lo que cambia.




Cada metro cuadrado de nuestro techo pesa 48 kilos, pero la estructura esta pensada para eso y más, el mastroy, precavió hasta para una nevada o una granizada que caracteriza a nuestra ciudad.


Cuando uno hace las cosas con mucho esmero, uno no tiene por qué dudar o sentir miedo de que todo se venga para abajo, algo así comentaba Marco quien hasta hace poco perdió su vértigo.


Ser parte de todo este proceso es muy grato, todos, estando cerca o lejos, nos hacen sentir su presencia y su cariño. En el Tambo, lo lindo es que siempre nos espera. Julio Cesar ya lo dijo, uno viene al tambo para recargar energías para seguir adelante.


Les dejo con la imágenes, ya que me parecen más elocuentes.


...

Todo, realmente todo, es un regalo de la pacha, gracias.


Álvaro Pinaya











jueves, 19 de mayo de 2011

PRIMERAS PIEDRAS ROTAS



PRÓLOGO

Hace bastante tiempo, en el ser humano, la idea de volar al igual que las aves era concebido como algo poco fácil de alcanzar Este querer era parte de un mundo de la ficción – llamémoslo así –, pero después, con estudios de cómo las aves vuelan y otras cosas técnicas. Este fue transitando a un mundo real. Ambos existen en el interior que vamos construyendo a diario en nuestras personas. La posibilidad: como teoría, metodología e hipótesis, es algo muy fuerte en todo su sentido que entraña como palabra. Da paso a que algo ocurra, aparezca o inventemos, esto se articula con nuestro cuerpo como instrumento materializador. Este ejemplo se me ocurrió después de leer la propuesta de Adolfo Vásquez Rocca. Ensayo descolgado de la web por un intento de compartir y difundirlo. Es nuestra primera apuesta de libro-folleto de la Editorial Piedra Rota.

La ficción como conocimiento. Subjetividad y texto; de Duchamp a Feyerabend nos muestra cómo la ficción, elemento imaginado, se puede constituir en recurso, con muchas posibilidades, para generar un conocimiento puntual, ya que “soy lo suficientemente artista como para dibujar libremente sobre mi imaginación. La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado. La imaginación circunda el mundo”

Álvaro Pinaya Pérez

Editorial Piedra Rota

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